domingo, 19 de enero de 2014

Emilia Pardo Bazán: comer las rosas en ensalada


En 1883 se recogían en libro la serie de artículos que sobre el Naturalismo fue publicando la novelista gallega en La Época de Madrid entre el siete de noviembre de 1882 y el dieciséis de abril de 1883. Bajo el título de La cuestión palpitante, con un prólogo de Leopoldo Alas "Clarín", el libro vio la luz ese año en Madrid. Al segundo de esos artículos, "Entramos en materia", pertenecen estas luminosas palabras:

El artista de raza nota en sí algo que se subleva ante la idea utilitaria que constituye el segundo error estético de la escuela naturalista. Este error lo ha combatido más que nadie el propio Zola, refutando la obra póstuma de Proudhon. Es de ver a Zola indignado porque Proudhon intenta convertir a los artistas es una especie de cofradía de menestrales que se consagra al perfeccionamiento de la humanidad, y leer cómo protesta en nombre de la independencia sublime del arte, diciendo con donaire que el objeto del escritor socialista es sin duda comerse las rosas en ensalada.

No hay artista que se avenga a confundir así los dominios del arte y de la ciencia: si el arte moderno exige reflexión, madurez y cultura, el arte de toda las edades reclama principalmente la personalidad artística, lo que Zola, con frase vaga en demasía, llama el temperamento. Quien careciere de esa quisicosa, no pise los umbrales del templo de la belleza, porque será expulsado.

Aquel sentimiento inefable que en nosotros produce la belleza, sea él lo que fuere y consista en lo que consista, es patrimonio exclusivo del arte.

No hay comentarios: