martes, 25 de junio de 2013

Javier Tomeo


Conocí a Javier Tomeo en una memorable noche en la que coincidimos, él como presidente del jurado del Premio de Novela, que en su día le fue otorgado, y yo como ganador de la edición del año anterior, en Barbastro. Me pareció un hombre formidable, desde luego a la altura de la obra que ya había leído de él; podría decirse que uno veía en su persona al narrador de todos sus cuentos y novelas sin desmerecer un ápice de cualquiera de ellos. Una vez fallado el premio, que ganó, si no recuerdo mal, un autor mexicano,  aunque mi preferencia fuera otra, apareció Félix Romeo y se unió a la tertulia en la que también participaban Ramón Acín y Manuel Vilas. Entre copa y copa hacía dibujos en un papel y preguntaba quién de nosotros quería que le hiciera uno. El que comparto con los lectores que se pasen por aquí es el que le dedicó a mi hijo Claudio, que por entonces tenía un año y medio. Ahora lo rescato y lo traigo aquí para recordar a Tomeo, el de Bestiario, el de la maravillosa Napoleón VII, el de Los enemigos, el de El canto de las tortugas, el de Amado monstruo y el de tantas otras obras; también para decirle, donde quiera que esté, lo mucho que he aprendido  y disfrutado, más allá de la dureza de algunas de ellas, leyendo sus obras. Fue un gran autor. Me sumo al dolor de su familia y de sus amigos.

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